Lo que Dragon Ball no te mostró: así es el pasado perdido de los Androides 17 y 18 cuando eran niños

Lo que Dragon Ball no te mostró: así es el pasado perdido de los Androides 17 y 18 cuando eran niños

Su trágico origen revela que alguna vez fueron niños comunes, hasta que el Dr. Gero cambió sus vidas para siempre.

Ernesto Gutiérrez

Ernesto Gutiérrez

Los Androides 17 y 18 son figuras clave en la narrativa de Dragon Ball Z. Representan la combinación perfecta entre la creación artificial y la humanidad, siendo temidos como armas letales al servicio de la Patrulla Roja. Sin embargo, su trágico origen revela que alguna vez fueron niños comunes, hasta que el Dr. Gero cambió sus vidas para siempre.

Antes de convertirse en los guerreros cibernéticos que conocemos, los gemelos eran simplemente Lapis y Lazuli, dos niños cuya vida cotidiana fue interrumpida de manera brutal. Raptados por el Dr. Gero, fueron sometidos a experimentos extremos que les otorgaron habilidades sobrehumanas y los convirtieron en herramientas de venganza contra Goku.

Androides 17 y 18.

En el caótico futuro apocalíptico que narra Trunks, los Androides 17 y 18 son responsables de dominar y destruir gran parte del mundo. Sin embargo, en la línea temporal principal, terminan remitiéndose y uniéndose a los Guerreros Z, mostrando que aún conservan destellos de humanidad.

Pese a su importancia en la historia, nunca se han mostrado imágenes oficiales de cómo lucían Lapis y Lazuli antes de las modificaciones del Dr. Gero. Afortunadamente, los fanáticos y artistas han llenado este vacío. Un ilustrador anónimo se aventuró a imaginar a los gemelos en su niñez, representándolos como dos niños inocentes, sin rastros del oscuro futuro que les esperaba.

Antes de convertirse en los guerreros cibernéticos que conocemos, los gemelos eran simplemente Lapis y Lazuli.
Raptados por el Dr. Gero, fueron sometidos a experimentos extremos.

Estas ilustraciones evocan una mezcla de ternura y tragedia, recordando que detrás de la frialdad y el poder de los Androides 17 y 18 hay una historia profundamente humana, marcada por el dolor de haber perdido su identidad para convertirse en herramientas de guerra.

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